Escritores y alcohol, el cóctel perfecto, en Cambio 16


Antonio Jiménez Morato recorre en Mezclados y agitados el idilio de numerosos escritores con el alcohol y sus posibilidades para la creación. 

Viértase en una coctelera una parte de escritores alcohólicos, bebedores sociales y abstemios; otra del rol que la bebida juega en sus obras, y una más de recetas de cócteles. El resultado es Mezclados y agitados (Debolsillo), un libro que su autore recomienda leer "tomando un whisky con hielo o un gin tonic". 
Un total de 39 escritores -hubo una cuadragésimo que se quedó fuera "por petición propia" explica el autor, Antonio Jiménez Morato-, otros tantos cócteles, y anécdotas sobre la vida de los autores y su obra en relación con las bebidas alcohólicas componen Mezclados y agitados (Debolsillo). 
La creación literaria no está más relacionada con el alcohol que el resto de las labores del ser humano. "No he tratado de ofrecer una nómina de escritores aficionados al alcohol o con problemas de alcoholemia", subraya Jiménez Morato, quien opina que la creación literaria "no está más relacionada con el alcohol que el resto de las labores del ser humano", si bien como droga "potencia la creatividad porque desinhibe nuestras mentes". 
Así debieron pensar Djuna Barnes (1892-1982), que escribió El bosque de la noche a golpe de alcohol en un palacete que llegó a llamarse Hangover Hall (Mansión de la resaca), o Charles Baudelaire (1821-1867), un amante del hada verde (absenta), como todos los bohemios o poetas malditos de su generación. A algunos la afición se les fue de las manos, como a Truman Capote, quién no escondió su adicción al alcohol y definió su profesión como "un largo paseo entre copas". 
Artículo aparecido en el número de Enero de 2013 de la revista Cambio 16